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Para los Mochicas la muerte no habría sido considerada como el fin de la vida, sino más bien como el paso de un estado a otro, y por lo tanto, los roles y las funciones desempeñadas en vida debían de extenderse más allá de la muerte (Hocquenghem 1987).
Esta inferencia encuentra sustento en el hecho quelos artefactos encontrados en sus tumbas nos han dejado entrever un aspecto antes insospechado de la ideología Mochica: existió una estrecha relación entre algunos individuos y los roles e identidades que se les atribuían en la muerte. Si para los hombres y mujeres del pueblo estas atribuciones eran simplemente una extensión de las labores que habían realizado en vida, para los miembros de la elite enterrados en las grandes tumbas de cámara las atribuciones los acercaban a los dioses, héroes y gobernantes que pueblan la iconografía representada en piezas de cerámica, metales, textiles y en las pinturas murales.
Primero fue el Señor de Sipán, que fue asociado con un personaje sobrenatural masculino, ataviado como guerrero, que preside la Ceremonia del Sacrificio, donde recibe una copa con la sangre obtenida de prisioneros vencidos en batallas rituales (Alva y Donnan 1993). Luego siguieron las mujeres encontradas en las tumbas de cámara en San José de Moro, que fueron asociadas con las Sacerdotisas míticas, que aparecen en la representación iconográfica de la Ceremonia del Sacrificio presentando una copa.
Posteriormente otros investigadores han planteado asociaciones del mismo tipo para otras tumbas mochicas excepcionales (Arsenault 1993; CordyCollins 2001; Mogrovejo 1995; Uceda 2004a, 2004b), reconociendo a personajes menores de la Ceremonia del Sacrificio, a decapitadores, sacerdotes y oficiantes de diversos tipos. Incluso, un conjunto de cadáveres encontrados en la Plaza 3 de la Huaca de la Luna ha sido asociado con víctimas de rituales de sacrificios humanos que aparecen en el arte Mochica (Bourget 2006). Asociaciones entre individuos de la elite y personajes de los sistemas rituales han comenzado a aparecer incluso fuera del ámbito de la cultura Mochica (Polia 2001), por lo que, súbitamente, la arqueología precolombina se ha comenzado a poblar de personajes y de roles rituales.
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