El presente artículo trata sobre Educación Ambiental desde un punto de vista diferente y que no se suele tener en cuenta: cómo la vivimos día a día los numerosos profesionales que trabajamos en centros de educación ambiental. En nuestro caso formamos parte, desde hace ya bastantes años, del equipo pedagógico de un centro con casi dos décadas de experiencia, Granja Escuela Parapanda.
El trabajo del Equipo Pedagógico y su relación con el educador ambiental
El equipo pedagógico de un centro de Educación Ambiental suele estar compuesto por profesionales de diferente formación pertenecientes al profesorado, la pedagogía, la interpretación de la naturaleza, el monitorado del ocio y del tiempo libre... Dicho equipo se encarga de la revisión y actualización del Plan Pedagógico en el que se basa todo nuestro trabajo, creación de recursos didácticos, proyectos puntuales y puesta en práctica de los mismos. Con el paso del tiempo, de lo que se trata es de superar retos diferentes a los que se tenían en un principio. Se procura adaptar el diseño y desarrollo de las actividades a las características concretas de cada grupo y estancia.
En nuestro trabajo, se debería contar con un Plan de Centro en el que se expongan una serie de programaciones más bien generales para todo tipo de estancia, época del año y tipología del grupo. En dichas programaciones se pueden encontrar objetivos generales para cada área de trabajo a desarrollar y en todas ellas se detallan los conceptos a tratar, procedimientos a utilizar y actitudes a fomentar, adaptadas a alumnos de infantil, primaria y secundaria. Estas programaciones son más que necesarias y cada centro contará con la suya como herramienta de trabajo.
La interacción entre los educadores y educadoras ambientales y el equipo pedagógico tiene que ser continua y es, además, muy necesaria. La orientación que recibimos por parte de la dirección del equipo pedagógico nos ayuda a marcar unas pautas en el trabajo. Ellos o ellas conocen a fondo las características del grupo que nos visita (edad, clase de grupo, problemas asociados, etc.) y el funcionamiento del centro de educación ambiental. Es importante que los monitores y monitoras conozcan a fondo qué se pretende con cada actividad realizada, cuáles son los objetivos de la misma, qué información es pertinente y necesaria en cada caso y cuál debe ser el ritmo de cada actividad.
La mayor dificultad a la hora de elaborar la planificación de los monitores y monitoras es conseguir que todo el mundo tenga una carga de trabajo similar, que las explicaciones las vayamos dando los diferentes integrantes sin sobrecargar más a unos que a otros e intentando que no resulten las jornadas repetitivas para cada miembro.
La relación entre los integrantes de un centro de Educación Ambiental puede tener sus particularidades, suponemos que como en cualquier lugar de trabajo. Pero nosotras consideramos de gran importancia el que los miembros del equipo nos llevemos lo mejor posible y exista cierta complicidad entre todos/as. Ya que en un trabajo como el nuestro, en el que se trata de comunicar e ilusionar a terceras personas, es de vital importancia sentirse a gusto y tener motivación para poder transmitir “en positivo”.
Además, la experiencia demuestra que cuanto mejor es la relación entre los miembros que forman un equipo de monitores y monitoras, al menos a nivel laboral, mejores van a ser los resultados a la hora de trabajar. La relación de los monitores y monitoras con el personal responsable del centro de educación ambiental no debería limitarse solamente a lo ya comentado; para empezar, somos los principales usuarios y usuarias de los mismos, y son sus instalaciones y los recursos que éstos nos ofrecen una de nuestras mayores herramientas de trabajo.
¿Qué debería ofrecer un centro de educación ambiental como lugar de trabajo?
Tal vez no exista la definición ideal para un centro de este tipo, pero está claro que hay una serie de condiciones que deben cumplir para ser aceptables, tanto para los monitores y monitoras como para todos aquellos que los visitan. En general nos parece muy importante contar con una serie de instalaciones tales como:
* Zonas de establos, huerto, charca o parque, e invernadero con sus animales y plantas son recursos de gran importancia para un educador ambiental.
* Otros espacios tales como talleres, patios, asamblea, teatro, biblioteca, sala de monitores y /o reuniones.
* Espacios al aire libre para el desarrollo de actividades lúdicas con los visitantes.
* Un entorno que nos permita organizar excursiones en la naturaleza, o de interés patrimonial…
Consideramos que, en nuestro caso, tenemos bastante suerte y tanto el centro como su entorno cuentan con la mayoría de las recursos que consideramos básicos para desarrollar nuestra labor, aunque, por supuesto, todo es siempre mejorable. También es verdad que no debemos caer en la trampa de pensar que el centro es el único que debe ofrecernos las condiciones ideales para trabajar. Aunque presente buenas condiciones, no podemos olvidar que nuestra mayor herramienta de trabajo somos nosotras mismas, que debemos tener suficiente capacidad, formación y recursos para salir adelante incluso con unos recursos materiales no tan óptimos.
Implicación del equipo pedagógico con el profesorado y alumnado
En el caso de visitas escolares, el equipo pedagógico debe mantener un contacto constante con el profesorado responsable de la visita; así se podrá recabar la mayor información posible acerca de las características del grupo que llegará al centro para tenerlo en cuenta a la hora de organizar las actividades.
Una vez llega el grupo al centro, es importante que los educadores y educadoras pongamos en conocimiento del profesorado la planificación de las actividades que se van a llevar a cabo con su alumnado. De igual importancia va a ser para los monitores y monitoras conocer cierta información acerca del grupo: si existen alergias, niños o niñas con características especiales, incidencias a tener en cuenta, etc., con el fin de afinar el trabajo al máximo.
Durante el desarrollo de las distintas actividades, los docentes deberían interactuar con el grupo, ya que crea un excelente clima de complicidad.
Del profesorado que acompaña a los grupos hay que decir que la mayoría ya nos conocen de muchos años y sencillamente nos visitan con la alegría y la tranquilidad de saber que docentes y escolares pasarán un buen día, pero también son los que día a día evalúan nuestro trabajo y hacen una valoración de la jornada: son ellos y ellas nuestros jueces más críticos, algo indispensable si se quiere seguir mejorando.
Nos parece muy interesante que los profesores y profesoras preparen la visita al centro de educación ambiental previamente y con antelación, ya que la misma produce en el alumnado una gran inquietud y nerviosismo.
La preparación previa aumenta su curiosidad y les motiva a investigar y preguntar a los monitores y monitoras acerca de todo aquello que previamente les han contado y que se encuentran el día de la visita al centro de educación ambiental.
En cuanto a los escolares, nos gustaría destacar que, aunque en general las visitas suelen ser cortas, es increíble la cantidad de sensaciones que algunos de los grupos son capaces de provocar en nosotros ya que nos permiten desarrollarnos como profesionales, innovar y por supuesto, aprender cada día, pero también influyen a nivel personal, al ofrecernos su cariño e ilusión y dejarnos cada jornada con buen sabor de boca.
Para nosotras, que llegamos a esto de la educación desde la biología y que descubrimos algo que realmente nos gusta, trabajar en un centro de educación ambiental es algo muy grato y siempre interesante.
Para empezar, el contacto constante con el campo y la naturaleza es una innegable ventaja aunque ésta sea más bien de tipo personal, pero a nivel profesional también encontramos muchas cosas que nos han servido de motivación y estímulo para desarrollar nuestro trabajo lo mejor posible.
Algunas de esas cosas pueden ser la posibilidad de transmitir conocimientos y fomentar aptitudes positivas acerca de algo que nos encanta, pero además de una manera lúdica y dinámica permite que cada día el trabajo sea diferente y nunca aburrido. Por otro lado, es también muy interesante la parte creativa de nuestro trabajo, elaborar talleres de ecología, teatro, animaciones, juegos o crear personajes que inviten al visitante a acercarse, a investigar, a observar lo que nos rodea, lo que constituye a diario un reto que nos ilusiona y nos motiva.
Hacer de la Educación Ambiental algo vivo y en constante evolución, mantener en aquellos que nos visitan la ilusión y que cada visita sea aún mejor y más interesante que la anterior es la meta a superar y lo que hace de este trabajo algo vivo y apasionante.
Nos gustaría pensar que llegará el día en que los centros de educación ambiental no sean visitados por los grupos como algo puntual, independiente de alguna manera de la educación formal... sino más bien, que seamos parte del desarrollo curricular del mismo, que la Educación Ambiental esté más integrada en la vida escolar.
Por todos esos motivos y muchos más es por lo que nos dedicamos a esto tan complejo y lleno de compensaciones, dejando a un lado grandes inconvenientes como la temporalidad o la poca estabilidad de este trabajo. En este sentido, realmente pensamos que tanto empresas como instituciones deberían colaborar para hacer esta profesión más respetada y estable a todos los niveles, lo que incidiría muy positivamente en este sector.
Esperamos que a través de este artículo hayáis podido conocer cuál es nuestra labor y cómo la vivimos los que la sentimos como algo muy necesario, que debe ser desde luego mucho más valorada por nuestra sociedad y que esperamos sea para todos los que se dedican a ella algo tan gratificante y especial como lo es para nosotras.